Para ser mediados de abril la mañana estaba algo fresca, de hecho Miguel
Angel, nuestra última adquisición para el grupo, llevaba poca ropa. Tanto se
quejaba que pensé en calentarnos un poco. Un poco más y nos sobra toda la ropa del calentón que nos dimos.
La idea era hacer una ruta corta con algún desnivel que otro, así que salimos para
Verdelpino y, pensé que en lugar de coger el camino de siempre hacia el alto de
la Nava, coger otro que sale paralelo a su izquierda y que posteriormente también
converge en el mismo, para después, bajar a Valdecabra sin llegar a la Nava;
ruta que nunca habíamos hecho antes y, dado que no venía Alex, todavía convaleciente
de la última caída, parecía interesante para que Miguel Angel entrara en calor.
La verdad es que al poco tiempo a todos nos sobró la ropa.
Un par de rampas de muerte por dónde ni siquiera unos quads que oímos detrás
nuestro se atrevieron a subir. Lógicamente tuvimos que poner píe a tierra.
Coronamos y cogimos el camino a la izquierda que lleva a Valdecabras.
Al principio bien, pero poco a poco el camino desapareció y se
convirtió en una senda con grandes desniveles, demasiado técnica para algunos que
todavía teníamos presente lo ocurrido a Alex. La prudencia nos hizo poner píe a
tierra de nuevo. Otros, como Manolo, encantados de la vida, disfrutando de la
bajada como un colegial con botas nuevas con su flamante Connandole de doble
suspensión. Cuando ya la cosa pintaba mejor volvimos a montar y, la verdad es
que fue un pasada.
Finalmente, bajamos tranquilamente por la
carretera y, pasado Verdelpino, enseñamos a Miguel Angel la senda de las
colmenas que sale al Puente de Valdecabras para, posteriormente, llegar a San
Antón donde tomamos unas “birras” sentados al sol.
Una mañana donde, la verdad, ¡no pasamos nada de frío!
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