RUTA 10.05.2014 ENGUIDANOS-PUNTA
PEREJIL-LAS CHORRERAS.
Ya teníamos
ganas de salir con el coche a dar una vuelta por la provincial. Alex nos había
comentado esta ruta y al final decidimos realizarla.
Salimos de
Cuenca a las 8,30 horas y llegamos a Enguidanos casi una hora después. A las
09,45 horas empezamos a realizar la ruta señalizada BTT CU-02, pero en el Km.
5,400 tomamos el giro a la izquierda
para hacerla siguiendo las agujas del reloj dirección a las fuentes. La calzada
es ancha y el firme bueno, al final pica un poco y se hace algo de notar. Como
siempre todo lo que sube baja; la bajada es algo peligrosa, con un desnivel
nada reprochable, de hecho a Manolo se le fue varias veces la bici, hay mucha
piedra suelta.
Llegamos a un llano y seguimos el cauce del río Mira durante unos
2 Km. Dejamos el río a nuestra izquierda, cruzamos un puente e iniciamos un
repecho de 1,5 Km., hasta llegar al desvío para el “Perejil”. Una breve
parada en la sombra e iniciamos un
camino pedregoso y con muchos toboganes
de casi 4 Km. hasta llegar a la punta que dicen el “Perejil” aunque las vistas
no son buenas por la vegetación merece la pena llegar hasta allí, aunque las
mejores están a mitad de camino, es fantástico ver los cortados y el agua
turquesa del principio del pantano; al fondo casi si llega ver el final de
Contreras. Al final se nos fue casi 50 minutos en ir y volver desde el cruce al
“Perejil”.
La vuelta a
Enguidanos se hace rápida, el camino se vuelve otra vez ancho y el firme es
bueno. Menos mal que nos cruzamos con dos bikeras pues, durante todo el
trayecto con casi 4 horas, no vimos a nadie más.
Llegamos a
Enguidanos y sin pensarlo dos veces, sin apenas agua, iniciamos el camino hacia
las Chorreras, menos mal que se nos ocurrió refrescarnos un poco en río Cabriel
cuando lo cruzamos. El camino está muy bien hasta que llegar al túnel de
cañas, allí se va empeorando y termina
en un caserón medio abandonado al lado de las Chorreras.
Ya estábamos exhaustos
y solo pensamos en el agua. Dejamos las bicis, y rápidamente nos descalzamos
para refrescarnos. Algunos osados nos metimos en las pocetas como Dios nos
trajo al mundo, pero lo necesitábamos. ¡Qué bien se estaba allí! Eran casi las
2 de la tarde y pensábamos en comer. Bajamos tranquilos y muy frescos hasta los
píes del pueblo, pero aún nos quedaba una sorpresa, la última, la subida hasta
el Ayuntamiento donde habíamos dejado el coche.
Al fin llegamos, subimos las
bicis al coche y a buscar un restaurante donde comer. Lo primero que hicimos
fue pensar en “Mahou”, una, dos y tres veces, ¡qué buena está y que bien entran
y saben!. Después, salimos a la terraza del restaurante, a la sombra, y
contemplando las vistas, comimos, bebimos y hablamos. Cuando nos quisimos dar
cuenta eras las 8 de la tarde y teníamos que volver.
¡Qué bien lo
pasamos!
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